Un día sábado cuando íbamos subiendo con mi esposo, nos detuvimos…de pronto miro a tres metros de mí que alguien de forma muy insegura me observa con sus ojitos llenos de pena. Era un perro de raza Pointer Braco. Entonces lo miro de frente, y esos ojitos tristes escaparon bruscamente en sus cuatro patas para seguir observándome desde lejos, haber que hacía...¿quien era yo?...Tal vez otra humana que les haría daño?... Era hermoso, color café oscuro, casi rojizo, de pelaje brillante aterciopelado. Me enamoré de él, sin saber fue amor a primera vista. Me propuse ganarme su confianza como lo hago con la gran mayoría de los perros abandonados que llegan al camino, sufridos e inseguros ante el nuevo ambiente desconocido para ellos, luego de haber estado viviendo con alguien que algún día los quiso siendo cachorros, quiero pensar que un día tal vez lo amaron, que le entregaron lo mejor de su vida: la inocencia instintiva, que hoy le sirve para pelear, para intentar poder sobreponerse ante esta miseria humana traicionera que algunos llevan dentro.
Le dejé alimento, me fui lentamente para yo ahora, observar de lejos que hacía el. Esperó que me alejara para acercarse a comer. A ratos levantaba su cabecita, fue cuando noté tenía una herida en la parte alta, cerca de su naríz.
Al viaje siguiente lo busqué, no lo encontré. Y así sucesivamente, hasta que un día miro hacia al lado de la maletera de mi auto… ¡que alegría!...Era él. Estaba de pié, afirmado, esperando que lo mirara, esperando que lo tocara.
(Esta foto me emociona cada vez que la miro, fue la primera vez que Rayo Boy, se acercó a nosotros. Observar su carita de entonces y hacerlo ahora, hay millas de diferencias.)
Que me dijeron!, suavemente puse mi mano sobre su cabeza, tenía aún su pelo suave, pero en ella yacían decenas de garrapatas, tenía pedazos de piel casi pelados. Con la ayuda de mi esposo, opté por comenzar su tratamiento, siempre que me dejara claro, solo pensando en su bienestar para la dura lucha de sobrevivencia. Creo que fue uno de los cientos de encuentros maravillosos que he tenido con seres tan inocentes como el, que no saben de maldad…para mí no hay perros malos, ellos no actúan en forma alevosa, ellos actúan por instinto, nosotros los humanos actuamos por ser racionales, algunos malditos lo piensan muy bien antes de ir a abandonar a sus perros por caminos donde mueren de hambre, sed y totalmente desprotegidos. Por desgracia he recorrido y conozco la gran mayoría de estos caminos.
Un día, nos siguió todo el camino, terminamos nuestra labor, luego nos detuvimos como siempre tomamos once, ahora en su compañía, de repente trajo un palo que encontró, lo dejó (no lo tiró) a los pies de mi esposo, éste lo miró, tomo el palo y lo lanzó lejos…tan lejos que cayó en el barranco. De repente lo vemos que salió disparado como un rayo de rapido…jaja, cuando vemos que el palo cayó mal, casi en el mismo barranco, al precipio, intentamos detenerlo, pero ya era tarde. El perro se había lanzado al barranco. Con pena, susto, nos miramos, nos pusimos pálidos a medida que iban pasando los segundos y no aparecía…nos urgimos, entonces mi esposo fue a sacarlo, pensando que había sucedido lo peor, y en eso, aparece como si volara por los aires, increíblemente feliz con el palo atravesado en su hocico, el que dejó caer nuevamente a los pies. El alma nos volvió al cuerpo. Mi esposo lo tomó, lo abrazó…lo subió al auto…fue entonces que lo bautizamos como "Rayo". Era un rayo...
Al pasar de los meses, le enseñamos a volver a confiar en los humanos, le enseñamos a jugar, él aprendió tan rápido que hoy no quiere alejarse de nosotros cada vez que siente el motor de mi auto a lo lejos, venía corriendo a mi encuentro. No se conformaba con vernos solamente, sino que decidió un día correr detrás de mi auto.
Fue asombroso mirarlo con que potencia corría con tal de estar a mi lado. Era el nuevo Flaco, mas oscuro, mas pequeñito, un gran rayo…en el estaban todos los perros que alguna vez corrieron detrás de mi vehículo con tal pasión, pero era el único que lograba alcanzarlo.
Lo puse a prueba, hasta donde sería capaz de seguirme corriendo detrás de mí.
Sin querer cierto día decidimos irnos hacia San Gabriel a pasear,después de terminar nuestra labor voluntaria, pensando en que no nos seguiría lo dejamos atrás confiados creyendo que se devolvería a su territorio. Fuimos y cuando veníamos de vuelta, mi esposo me dice: mira hacia delante. No puede ser, es “Rayo”…detente. No podíamos creerlo que hubiera corrido siguiéndonos mas de treinta kilómetros.
Basi se detuvo, yo abro la puerta y lo subo adelante. Que alegría de encontrarnos, para que les cuento como dejó mi cara mojada de su saliva. La emoción afloró en mis ojos. No podía dejarlo tan lejos del camino.
Lo pasé al asiento trasero, calladito a ratos dormitaba...
...hasta que llegó el momento de bajarlo. Llegamos, aquí es tu lugar le dije. A duras penas se bajó. Tengo que reconocer que me ganó…jajaja…la primera vez fue capaz de correr, pasando difíciles pruebas salvajes de los perros cuando el cruzaba sus territorios, cruzó el puente, siguió corriendo hacia la cordillera en subida. Desde aquella oportunidad siempre llega a donde yo estoy, llega con su lengüita afuera de cansancio y sed, bajaba agua y le ofrecía, hasta que un día no soporté mas y lo subí a mi auto. Ya arriba era como si mi perro Jujú, ya fallecido, hubiera vuelto a vivir en el. Solo mirarlo, entristecía mi mirada.
Al comienzo era terrible de histérico, gemía, lloraba, se desesperaba, cada vez que yo me bajaba hacía el escándalo, hasta el cuero de la puerta de mi auto tuvo recuerdos de sus dientes…jajaja. Le daba por mirar hacia el suelo, babeaba, ladraba, era el temor que le pasara algo estando arriba del vehículo. Pobrecito, hoy miro hacia atrás, duele, trato de comprender su dolor, su pena de subirse a un auto, hoy Rayo no tiene ninguna intención de volver a subirse a otro. Mientras el esté tranquilito en su hogar, feliz.
Aprendió a que cada vez que yo me bajaba, el se sentaba en el asiento del conductor, colocaba su pata en el manubrio y le daba por tocar la bocina, nosotros nos la disfrutamos toda cuando lo hacía.
Quien lo hubiera creído, que este perro abandonado iría a llenar nuestros corazones, nuestro mundo de mas alegrías.
Una mañana me llama Loreto y me dice que Rayo está cojo, tiene un huache en su pata, que ella no se lo puede sacar, lo tiene demasiado apretado y se queja de dolor. Increible, esperé que llegara mi esposo, le cuento, y me dice vamos altiro. Tomamos los implementos necesarios y nos fuímos, pensando en que el estaría sufriendo, que el dolor quizás no lo dejaría llegar hasta nosotros.
Por suerte lo encontramos, con mucha humildad se acercó a mi llamado, como a sabiendas que nosotros nosotros solo le haríamos bien. Me miraba con su carita de pena, acongojado por su dolor...¡malditos cazadores!.
Se lo sacamos, le hice curación...ya casi anochecía en el camino. Por lo menos durmió tranquilo y sin dolor, pero entre medio de los árboles, debajo del cielo estrellado libre.
Junto a Chiquitita, que era otra perra que llenaba mi corazón de alegría, de penas, esperaban a que nosotros llegáramos para ir de paseo...aunque al último, el muy ingrato...jajaja...me había puesto el gorro con Loreto y Maca, quienes también lo querían, y lo subían a sus vehículos. Así fue como se convirtió en nuestro compañero habitual, especialmente para mí...que lo eduqué, puedo decir que le he devolvimos en parte su vida, le he dado todo lo que mas he podido, pero lo que mas quisiera darle aun no lo lograba conseguir. Quería un hogar verdadero donde Rayo fuera aceptado por lo que era, por lo que valía como perro, solo por ser un ser vivo, con su gran inteligencia instintiva que admiro en los perros. Rayo es un niño, que buscaba amor. Llegaba a ser cargante de tierno, de amoroso. Quería que Rayo fuera el rey de la energía positiva para un hogar, de seguro él, le cambiará la vida al mas triste de los humanos, y si mas encima a su futuro dueño le gusta salir a correr, estarían hechos el uno para el otro.
Vez que nos veía en bicicleta, el era nuestro asiduo compañero.
Cada vez que me despedía de él, me venía pensando que tarde o temprano lo encontraría en la puerta de mi casa, daban las dos de la madrugada y yo salía a mirar si estaba en la puerta. Como lo hizo el Flaco buscando su destino.
Si este escrito que lo he redactado con la emoción en mis ojos de felicidad por lo que Rayo ha dado a mi vida, sirve de algo para que alguien que lo comprenda llegue a su corazón para poder adoptarlo, por favor comunícate a mi correo. Yo seré una eterna agradecida, como lo he sido siempre con quienes me han dado la posibilidad de recuperar verdaderamente a un perro del camino.
Tengo esperanzas que Rayo, a través de mi página pueda tener la posibilidad de ser adoptado.
Te atreves a adoptarlo?...si dices que sí…por favor házmelo saber lo antes posible.
Rayo Boy’s : es un perro perfecto por excelencia, un corredor de universos, fuerte, fogoso, pasional, estiloso, es un verdadero Señor del Aire.
Marcela Opazo
7 comentarios:
Hola Marce,
Pudiste encontrar un hogar? ojala que sí, es hermoso...besos
Hola Marce,
Cómo te fue con Rayo? espero que bien, es un perro hermoso. BSS
HERMOSA HISTORIA LA DE RAYO BOY
GRACIAS MARCE!!
ME GUSTO MUCHO LA HISTORIA
Me encantó tu escrito, veo que es del 2009, adoptaron al lindo rayo?
que precioso es lo adoptaron???? seguro que si
buena publicacion me gusto, felicidades visita mi blog tambien.
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